lunes, 18 de octubre de 2010

Souvenirs de las vacaciones I

Voy a compartir con ustedes una tirada de fotos de mis vacaciones, que resultaron ser casi una gira por el Uruguay. Esta me hizo ver que en realidad nos queda mucho por descubrir del "paisito" y que, a grandes rasgos, poca cosa tenemos para envidiarle a otros paises. Sólo hace falta verlo con la óptica adecuada.

Escollera en Juan Lacaze, Colonia
Playa en Colonia

Una de tantas vistas de Colonia del Sacramento, Colonia

Vista desde el Faro de Colonia del Sacramento, Colonia

Paisaje que acompaña la ruta desde Libertad al Balneario Kiyú, ambos en San José

Barrancas de arena en Kiyú, San José

Atardecer en Kiyú, San José

Fuente de la Plaza de los Treinta y Tres, Treinta y Tres

Puente sobre el Río Olimar, Treinta y Tres

Atardecer entre las sierras de Minas, Lavalleja

Atardecer post - tormenta en Avenida de las Américas,
Carrasco (todavía en la parte de Montevideo)

Fuente en las Canteras del Parque Rodó, Parque Rodó (Montevideo)

Un detalle de la misma fuente

Tarde en 18 de Julio, Montevideo

lunes, 11 de octubre de 2010

Gwyllion --- Lost in a Dream

Últimamente he estado dándole muchas vueltas mentales a ideas para la creación de una novela épica y romántica, de esas que recrean un ambiente fantástico similar a la concepción romántica de la Edad Media... Ya se imaginarán. Entonces, en busca de inspiración, he recurrido sobremanera a mi archivo de folk, power, y más que nada, symphonic metal. Entre esas joyitas que adornan a mi mp4 -Keane, ese es su nombre-, encontré esta maravillosa obra de Gwyllion, "Lost in a Dream".

Gwyllion es una banda belga formada en el año 2003, que actualmente se haya en receso. El género al que se dedican es el Symphonic Power Metal. Altamente recomendable... pero, ¡ya qué! Júzguenla ustedes mismos...


Rediseñando el blog

A fin de hacer más confortable su visita por Mil y Un Copos de Nieve, estoy dedicando tiempo a cambiar cositas de aquí y cositas de allá...


Espero que sea de su agrado.


Siempre se aceptan sugerencias.


VERÓNIKA.

domingo, 10 de octubre de 2010

Ars amandi

"El amor es un espíritu dentro de dos formas"
Percy Bysshe Shelly, poeta inglés











































































































Te conocí, y nunca creí que llegaras a ser tan importante en mi vida.
Siempre estuviste ahí, siempre, incluso en momentos en que nadie más supo estarlo. Estoico, aguantaste todos mis fallos, y también recibiste todo el cariño que tenía para darte (cuidado, todavía queda mucho, mucho más).
De a poquito me ayudaste a perder el miedo... No sé a qué, supongo que era miedo a ser feliz... No importa ya. Es gracioso que hace tanto haya dejado de creer en los cuentos de hadas, y sin embargo no pueda mirarte sin sentir que estoy en uno; claro, no es ese tipo de historias donde todo marcha maravillosamente. Al contrario, el camino ha estado lleno de tropezones, problemas y hasta alguna caída. Cuántas veces hemos llorado, hemos discutido y nos hemos peleado... Y al final te parás a pensar y ves que en realidad eso no es negativo, sino una señal de que estamos haciendo las cosas bien. Es que todo se aprecia más cuando se tiene que pelear por eso...
...De hecho sabés que ambos lo estamos haciendo ahora mismo.
Personalmente, lo hago porque descubrí cuál es exactamente el lugar que tenés en mi vida. Y el lugar que quiero que tengas. Entonces... ¡qué me importa lo demás!
Hoy es un día muy importante. Vos sabés por qué. Yo también.
Ese día fue el puntapié inicial del camino a darme cuenta de que estuve equivocada mucho tiempo. Ahora estoy acá, pensando en vos, pensando en ese momento, lleno de dudas y cargado de "y bueno, qué más da..."; ¡ojalá esa Verónika se pudiera ver a sí misma ahora!
Pero lo más importante es que, aunque en ese momento no sabía lo importante que ibas a ser en mi vida... Ahora te amo. Ahora. Y si volviera el tiempo atrás, aun sabiendo que no va a ser fácil, sabiendo de los tropezones, discuciones, lágrimas y alguna que otra caída, no lo dudaría un instante. Porque junto a esas cosas malas -que en realidad son esperables- vinieron también las más maravillosas de mi vida. Y al fin y al cabo, esas son las que siempre tengo en mi mente.
Esta, mi catarsis de hoy, te la dedico a vos: mi mejor amigo y compañero, el que me hace sentir una princesa de cuentos pero no me deja olvidar que soy una mujer racional y centrada. A ese que me ayuda a volar tan alto... y con todo me trae a tierra cuando es necesario. A ese, caprichoso, muchas veces infantil, pero también dulce, honesto y confiable, respetuoso y leal. A ese ser que no esperé conocer, del que nunca creí enamorarme, y por el cual hoy haría cualquier cosa solo por verlo sonreír.
Gracias por cada día vivido y por todos los que quedan por vivir.
Te amo.
Para Flake.
Por ser siempre todo lo que necesito de las formas menos pensadas.

lunes, 13 de septiembre de 2010

Omnes vulnerant, ultima necat

Y así pasan.

Así pasan los segundos, los minutos, las horas... días grises, semanas agrias, meses duros...

...y uno en realidad no siente que nada cambie.

Es que uno decide cuándo llega su hora; la hora de replantearse cosas, la hora de conocerse realmente y darse a conocer al mundo como un ser auténtico -¿acaso se puede hacer eso en realidad?-.

Francamente, nunca lo había pensado.

Entonces ahora me veo sumida en un agobiante mar de pensamientos, ideas, proyectos (algunos truncos y otros que en su momento lo estuvieron y hoy se aparecen ahí, dirigiéndome muecas provocativas desde un horizonte que se vislumbra cada vez más turbio, más lejano)... 

Gente que va, gente que viene, gente que está, gente que deseo que esté y no sé cuánto más va a aguantar; gente que quise que estuviera en su momento, que ahora está y no sé cómo voy a retenerlas conmigo (acá pienso que en realidad nadie puede retener a nadie...); más que nada, ahí estoy yo. Un yo nuevo, un yo que no termino de entender. ¡Si sólo supiera qué es lo que espera de mí! Me tienta... siento que me tiende su mano para luego dejarme caer en ese charco del que intento salir, nadando, braceando, pataleando, no sin lágrimas y suspiros... y de la nada, frías garras quieren sumergirme y no, yo no quiero, no me doy por vencida así, no está en mi naturaleza -¿qué es eso que llamamos naturaleza? ¿Es innato? ¿No? Y si no... ¿acaso no tendré que perder eso también?-.

¿Qué se supone que haga, si siento que sin importar el camino, el abismo se yergue, imbatible, ineludible? Y uno encuentra todos los fantasmas alrededor: amigos, familiares, enemigos... pensamientos, errores, decisiones tomadas -fallidas y acertadas-, por tomar y también de esas que uno se resistirá a tomar (olvidando, al fin y al cabo, que ninguna decisión queda, a la postre sin resolverse, porque de lo que uno no se encarga en persona, la vida lo decide y generalmente de la manera más dolorosa). ¿Se debería escuchar las voces de esas entidades? ¿O se supone que se transite guiándose solamente con la intuición? Porque se me hace muy parecido a entrar a un bosque peligroso sin nada con que defenderse.

¿Qué hace uno frente al enemigo más grande, el tiempo, que fluye inmisericorde, trayendo miles de cosas consigo, cual jinetes de un Apocalipsis individual? ¿Lo combatimos? ¿Dejamos que nos arrolle sin más?

Creo que lo supe tener muy claro.

Los esquemas se rompen como se rompe la piel reseca, dejando al descubierto la carne latente, sensible; los esquemas que te protegían, de repente se abren y te dejan indefensa ante un mundo furioso, hambriento, que se deleita en desflorar a las almas vírgenes.

¿Acaso es el destino de todos volverse seres insensibles, despreciables y asquerosamente conformistas? No, no lo creo. La muerte es preferible a eso.

Hoy veía una pareja de pájaros parada en distintas ramas de un mismo árbol apenas reverdeciente; claro está, en medio de todo el metal y el asfalto cabe preguntarse si no habré sido la única que lo vio. Y de repente, me pregunto eso respecto de todas las cosas: ¿soy acaso la única a la que le sorprenden las cosas? ¿La única que reflexiona en esto? ¿La única que dedica mil y un copos de nieve con forma de caracteres del idioma español a estas "necedades"? Dios quiera que no.

Mi mente se reestructura. Sé que es normal este sentimiento, pero no quisiera estar viviéndolo. Es terrible verse en el borde de la cornisa de su propio mundo. Pero la verdad es que esta niña, una vez tan segura, tan firme, ya no sabe qué quiere o siquiera quién es -más allá de las cosas que podríamos llamar "burocracias de la vida" (elección de una carrera, por ejemplo). 

Y capaz que en realidad no lo supo nunca.

De repente se avizora un camino. Pero da miedo meterse en él.

Es que todo parece solitario y oscuro para los que pierden la claridad mental.

jueves, 2 de septiembre de 2010

¿Quién es uno en realidad?

"(...)Sólo aquello que eres has de ser
y aquello que no eres, no.
Así, en el mundo, tu modo sutil,
tu gracia, tu bellísimo ser,
serán objeto de elogio sin fin (...)" - - - E. A. Poe

Si yo dijera en este momento: "vivimos en mundo donde lo más importante son las apariencias", ¿alguien me lo discutiría?


Hace un tiempo, en clases de estilística, mencionamos como un elemento de la retórica al Principio de Verosimilitud, donde que algo parezca real es más valioso que si es real al fin. Y en cierto modo, al mundo le gusta eso; en líneas generales, nos apresuramos mucho a juzgar en lugar de detenernos a conocer a la persona. Nuestro estilo de vida nos lleva a tal ritmo que creemos que con un sólo vistazo es suficiente, ya que no hay tiempo que perder.


Y de esta manera dejamos quién sabe cuántas posibilidades de ser felices, de conocer gente que puede cambiarnos la vida, de tener empleados que rindan y demás, porque hubo algo que no nos gustó y ese simple detalle ya lo descalificó.


Lo mismo sucede a la inversa: si vemos a alguien sonreir damos por sentado que ese alguien tiene que estar feliz. ¿Por qué razón sonríe alguien si no? Y claro, nunca pensamos qué estará pasando por la mente de esa persona en realidad.


Y es que estan fácil crearse una máscara...


Muchas veces estas son simples productos de las exigencias de nuestra vida cotidiana. Uno es un actor dentro del gran escenario del mundo; salimos del papel de hijos a representar el rol de estudiantes, o el de trabajadores, o el de pareja, de padre, madre, amigo y así una infinidad de papeles que muchas veces interactúan entre sí en un mismo marco geográfico y temporal. Es cierto que todo esto conforma lo que somos, pero... ¿es esto TODO lo que somos, todo lo que estamos "destinados" a ser?


Además -y yendo a un punto más subjetivo- hay situaciones que lo obligan a uno a adoptar determinadas posturas que al principio son forzadas, duelen. Pero al final uno se acostumbra tanto que es difícil el desarraigo. Cuando uno se tiene que hacer el fuerte, el duro, el imperturbable, el todopoderoso, el omnisapiente, se corre peligro de terminar engañando a la persona menos indicada: uno mismo. Uno pierde esencia, y paradójicamente, pierde control sobre uno mismo.


En alguna ocasión tuve que hacer de tripas corazón y volverme "la fuerte". Claro, era muy niña para saber lo que realmente estaba haciendo. Y al crecer me vi hasta en la imposibilidad de expresar mis sentimientos, cuando esto hubiera sido más que necesario. Esto le genera a uno un vacío emocional tan fuerte... que parece que nada lo podrá llenar alguna vez.


Si pudiera volver el tiempo atrás, me hubiera dejado llevar un poco más. A lo mejor no está tan bien como uno cree querer tener el control sobre todo. Creo que también me hubiera permitido llorar más; y es que ser fuerte no es no llorar nunca, sino aprender a hacerlo cuando es necesario. 

Vivimos demasiado pendientes de la imagen que queremos vender como si realmente hubiera gente interesada en comprarnos. Tanto es así que olvidamos una verdad fundamental: así como una persona que intenta vender una obra de arte no la altera porque piensa que nadie la querrá por muy triste, muy lacónica, muy colorida, sino espera pacientemente al mejor postor, ese que la querrá tener por lo que muestra, porque se identifica con ella, es manteniendo nuestra esencia a pesar de los golpes, las caídas y las evoluciones propias de la vida que vamos a asegurarnos de que quienes nos rodean son sinceros, y que nos quieren por quienes somos realmente, no por quienes pretendemos ser.


Al fin y al cabo, son estas personas las únicas merecedoras de los cambios que voluntariamente hagamos. Estas, y nosotros mismos; con defectos y virtudes, pero auténticos.


Creo que no puede haber satisfacción mayor.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Recuerdo


Pocas veces tiene uno el privilegio de encontrar a alguien con quien se entiende de verdad. Una de esas personas con las que existe un vínculo, no de amor, pero sí tan resistente que, puede pasar todo el tiempo que quiera, y este persiste, inalterable.

Una de esas personas que no juzga, y sólo escucha. A veces sin tener un consejo a flor de labios, ni la palabra justa, ni la mirada adecuada, ni la capacidad de dar un abrazo. Y es que no siempre es necesario; la mayoría de las veces, el simple hecho de saber estar es lo que hace que uno valore tanto a ese ser.

Yo tengo una amiga así.

Esta amiga llegó de la forma más común: en el liceo, compartíamos clases, amigos en común, etcétera, etcétera. Cosas que pasan cuando una es una niña de doce años con un mundo nuevo al que entrar medio a tientas. Entre idas y vueltas fuimos tejiendo una amistad tan bella que no había el menor temor de decir lo que fuera y cómo fuera; yo siempre fui un poco más pudorosa, pero ella no. Creo que nunca conocí ni conoceré a alguien así. A ella le debo muchas cosas... Cosas grandes, muy grandes y significativas. Más que nada, los empujones que me dio para que cobrara valor para hacer algunas cosas de las cuales me hubiera arrepentido toda la vida, en caso de haber sido diferentes. La incondicionalidad. La paciencia. Y por sobre todas las cosas, el perdón y la nueva oportunidad en un momento en el que me porté terriblemente mal con ella.

Más de un año me costó obtener esto último. Más de un año y miles de sentimientos encontrados: rabia, miedo, desazón, desconcierto...

No todas las personas en el mundo me merecen tanta lucha.

En muchas ocasiones sentía que tal vez no debía insistir, que iba a ser peor, y todas esas cosas que, cuando una persona es hasta casi por demás racional, se nos cruzan por la mente en más de una oportunidad.

Lo que pasa es que fueron ellas -esta persona y algunas otras- las que me enseñaron a ser así, medio cabeza dura; cuando cumplí 16 años, en el 2007, ella me regaló un poema cuya última frase rezaba de la siguiente manera: "SIGUE TU META HASTA LLEGAR AL FIN".

¿Y es que tenía el derecho de llevarle la contraria? No...

Y así fue como, de a poco, casi eternamente, fuimos retomando cosas perdidas que al salir de nuevo a la superficie tenían esa deliciosa vitalidad de la primera vez. Es un placer poder tener de nuevo algo que por mucho tiempo se consideró perdido. Esa sensación de haber corrido kilómetros para obtener un premio: no importa cuán cansado estés al final o cuántos obstáculos hayas tenido que sortear para llegar ahí. Lo único que vale es el momento, el poder estar para vivir esa gloria.

Así sigue esta historia que, afortunadamente, no tiene desenlace. Hablamos (es maravilloso sentir esa complicidad inocente de adolescencia cuando uno ya está saliendo de ella), nos reímos... El otro día hasta me tocó llorar por teléfono con ella escuchando...

Y es por eso que no tiene desenlace: porque la amistad es un camino de ida, una página en blanco. Uno entra en ella, y es su responsabilidad seguir. Uno escribe en ella con la certeza de que no siempre se van a poder evitar los errores, y mucho menos, que queden marcas cuando se los intenta reparar.

Sin embargo, las obras maestras se escriben mediante el fallo y la corrección; y al final, eso es lo que menos vale.

A Jesica Morales,
mariposa capaz de afrontar los fríos más duros
con su incansable vuelo primaveral.

domingo, 29 de agosto de 2010

Memento...

"Sería mi mayor placer que este manojo de versos (...) lo aceptes como un ramo más de los tantos que te he obsequiado. Y que compartas todo esto con nuestros hijos (...). Para que ellos a su vez, puedan compartirlo con sus hijos y nietos".   - - - BATLLE BRINGA
Hoy me puse a ver un video del año 1996, cuando apenas contaba cuatro años. Era el recuerdo de un viaje que hice con mis padres y unos amigos a Buenos Aires, a visitar a mi abuela y su pareja, mi "abuelo del alma".


Estarán pensando: "¿y a qué viene esto?"


Bueno; es que en ese video, entre asado y guitarreada, veía a mi padre y mi abuela interpretando una canción cuya letra es obra de mi bisabuelo, el payador, Batlle Bringa García, o "el tata", como él prefería ser llamado. Ese poema, titulado "Interrogaciones", estaba, como casi toda su producción, dedicado a mi bisabuela Avelina, "la mama", su esposa y compañera de toda la vida (este 27 de junio hubieran cumplido, si no me equivoco, 65 años de casados, y apenas superaban los ochenta años). En él, a través de preguntas, habla acerca de la evolución inevitable de su amor, desde muchachos hasta la vejez, y más que nada, de su carácter perenne, y de la emoción que, como desde el principio, los embarga a los dos frente a cada uno de sus cantos a ella: a mi abuela por escucharlos, y a él, por tenerla, por verla a ella como "feliz destinataria", en palabras de Abel Soria en la introducción del libro.


Ahora bien, hay algo que me interesa más, y he aquí el propósito de esta reflexión.


Al final del poema, en la penúltima estrofa, el tata enuncia algo fundamental. Una promesa importantísima:

"Cuando me haya marchado y se callen
mis labios que te cantan y te besan,
llegará la caricia de mi canto
en el misterio más profundo envuelta."


Habla de un amor eterno, que sobrevive a la muerte. Y nos habla de una responsabilidad enorme, pero que produce placer; un privilegio.


¿Qué misterio es mayor que el de la vida? El amor no muere junto al ser amado; permanece en torno a los que le sobreviven. Y son ellos los que deben encargarse de seguir alimentando esa llama. Por eso me produjo un "no sé qué" el escuchar esa canción, a un año de su muerte: cada vez que uno de nosotros lee sus poemas, musicaliza uno de ellos, revive ese amor. Y así es que él sigue cantando aun cuando su voz se haya extinguido materialmente. El amor puede heredarse. El amor debe de seguirse transmitiendo de generación en generación. Hacia la abuela, por ejemplo, no como esposos, pero sí como hijos, nietos, bisnietos, sobrinos, amigos...


El propósito de una obra de estas características es ser simiente, más que de futuros artistas, de personas con la capacidad de amar, primero por sí mismos, y luego mediante los ojos de otros.


Por eso... Mil gracias, tata querido, por dejarnos, más que tus letras, un privilegio tan grande.
A la memoria de Batlle Bringa García, "el Tata"
y al amor que nos transmitió 
y sigue transmitiéndonos desde sus letras.

martes, 24 de agosto de 2010

Mut!

"El valor es como el amor, necesita una esperanza que lo alimente" (Napoleón Bonaparte).*
"Mut" es una palabra alemana que significa "arrojo", "osadía" o valor". Todos lo necesitamos alguna vez. Pero este sentimiento no surje de la nada; uno no dice "uh, tengo que ser valiente". Únicamente, nace con las circunstancias y es un síntoma de algo.
Muchas veces necesitamos valor para afrontar situaciones que para otros son una tontería, cosas que otros solucionarían de otra manera. ¿Y qué? ¿Por eso nada más nuestro problema se vuelve una tontería, o nosotros unos niños por tener que generar fuerzas extras para lidiar con un problema? Para nada: la situación se resignifica cuando uno nota que sólo con las reservas de uno no bastará para salir airosos del camino. Es decir, uno se vuelve otra persona, y la situación se torna más valiosa, por el simple hecho de que adquirir valor generalmente representa el abandono de la propia comodidad, un sacrificio que conlleva la incertidumbre del lugar al cual te llevará. Pero lo mejor es que a esas alturas ya no importa.

Hoy tengo que adquirir valor para hacer frente a una situación que siempre estuvo ante mis ojos, y yo, estúpidamente, no la percibí. Capaz que no la quise ver... lo cual lo vuelve peor.

No obstante, como ya lo dije antes, las situaciones se resignifican cuando uno debe tomar ciertas decisiones. Cómo lo verán los demás, no sé. ¿Me aplaudirán, o simplemente quedaré como la infantil de siempre?

No lo sé.

Y francamente, no me interesa.
Mi camino hoy tiene solamente dos posibilidades de desenlace. Y para cualquiera de ellas, necesitaré valor.
Pero, sinceramente, vale la pena intentarlo.

*http://es.wikiquote.org/wiki/Valor

domingo, 22 de agosto de 2010

La vida es un juego


La vida es un juego. Y como en todo juego, sólo hay dos posibilidades absolutas: ganar o perder.

Los únicos perdedores son los que no tratan, los que no buscan salir adelante, los que se conforman, los que sólo ven la cima de la montaña y no se dan cuenta de los escalones que hay que subir para alcanzarla. Los que se niegan a pelear, no contra los masters del Universo, sino contra sus propios fantasmas, que son nuestros mayores enemigos, y a la vez, nuestros latentes mayores aliados. Los que no reconocen el valor de cada paso, el peso de un grano de arena o una gota de agua en la "playa"...

Los únicos perdedores son los que se rehúsan a pelear.

¡Pobres de ellos!
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"Contra el viento" --- WARCRY




Recuerdos de cristal... de aquello que ocurrió...
qué lejos queda todo cuando se siente dolor.
Condenado a morir, nada que negociar:
la vida es un juego y todo tiene un final.

Tumbado en una cama, colgado de un hilo de voz...
perdido en ese mundo, que es para él su habitación,
ve pasar los minutos desde un cruel viejo reloj:
conoce las miradas, la esperanza murió.

Dicen que pronto partirá a ese lugar
donde no hay mal ni pasa el tiempo.
Quiere dormir y despertar,
quiere volar un día más... contra el viento.

Observa alrededor lo fácil que es vivir;
aquel que todo tiene no se cree ser feliz.
Su sangre espera ya la hora de su fin...
qué pronto renunciamos sin ni siquiera combatir.

Él no cree en milagros, sabe que querer es poder:
aquel que nada quiere, nada puede obtener.
Viviendo los segundos como una oportunidad
de jugar la partida, luchando hasta el final...
hasta el final...

Dicen que pronto partirá
a ese lugar donde no hay mal ni pasa el tiempo.
Quiere dormir y despertar,
quiere volar un día más... contra el viento...

sábado, 21 de agosto de 2010

Dolor


"El dolor es una experiencia sensorial (objetiva) y emocional (subjetiva), generalmente desagradable, que pueden experimentar todos aquellos seres vivos que disponen de un sistema nervioso". Esta es la definición que da la Wikipedia a uno de los sustantivos más familiares para todos los seres humanos. Y uno de los más complejos; basta con escuchar la palabra para sentir algo extraño en el pecho. Tiene una sonoridad bizarra, con la capacidad de transmitir la incomodidad y la desazón propia de la sensación per sé.

Más allá de las definiciones formales, todos hemos sentido dolor alguna vez. Hay tantos tipos de dolor como organismos en el mundo, pues así como todo lo humano, el dolor también es subjetivo (de otra manera, los placebos no serían eficaces en algunos y en otros, totalmente obsoletos)*. Una herida, una quemadura, o alguna patología pueden exponernos a todos al malestar. Pero, más que esos, existen unos que son menos perceptibles que estos, y a la vez, son los más perdurables y difíciles de sobrellevar, y son aquellos que nos afectan a nivel emocional, los que viven muy dentro nuestro y nos corroen, nos desgastan al punto de poder llevarnos al dolor físico. La muerte de un ser querido, el rompimiento de una relación, ya sea de amistad o romántica, la depresión (en cualquiera de sus expresiones) y un amplio etcétera (amplísimo como el repertorio de psiques en el Universo) son responsables de la sensación. Nadie desea vivir en dolor. Lo único que buscamos es la salida más pronta, sin importar lo que se nos pueda aparecer detrás de la puerta; después de todo, parece que nada puede ya empeorar nuestra situación.

Ahora bien... ¿se puede vivir sin dolor?

El dolor es una reacción natural del cuerpo ante una situación de peligro. Si, por ejemplo, al apoyar la mano en el fuego, sentimos el dolor de una quemadura, instintivamente retiraremos la mano. Ergo, el dolor es útil a veces, si no imprescindible. Recuerdo haber leído (por más que intenté no pude encontrar la historia, pero prometo seguir buscando) sobre una mujer que, por un accidente que dañó su cerebro, no podía sentir nada de dolor físico. Algunos dirán: "¡qué afortunada!". Sin embargo, ella comentaba que su vida era terrible, porque mucha veces se lastimaba -una vez fue necesaria hasta su internación por una quemadura, si no me equivoco- y no se daba cuenta. Visto desde esta perspectiva ya no parece tan esperanzador, ¿no?

Ahora, yendo al otro ámbito... Una amiga me dijo una vez que no quería relacionarse con la gente porque tenía miedo de ser lastimada. Sinceramente, no puedo entenderlo.

Es que el dolor no es ni más ni menos que una señal de que estamos vivos, de que tenemos la capacidad de sentir. No quiero decir que el dolor sea un estado añorable, pero sí algo a lo que no debemos temer. ¿Acaso vale la pena, como en el caso de mi amiga, dejar que la gente pase, perdiendo la oportunidad de establecer lazos que hagan de la vida algo rico, una experiencia deliciosa? ¿Es realmente preferible la muerte -con su consabida ausencia total e inequívoca de dolor- al amplio caudal de posibilidades que se liberan con cada amanecer? No creo que nadie en su sano juicio pudiera preferir eso. El dolor es hasta saludable... Cuando uno llora por algo o por alguien es una señal inexcusable de que ese ente es valioso para nosotros. Y si el dolor perdura, también es necesario, porque de otro modo no notaríamos que debemos salir de esa situación.

El dolor es simplemente el estado de transición entre dos estados de felicidad. Con la diferencia de que la mayoría de las veces no elegimos el primero, pero sí depende de nosotros que sea simplemente un momento, para ir por lo que realmente nos haga felices.


* Placebo:Sustancia que, careciendo por sí misma de acción terapéutica, produce algún efecto curativo en el enfermo, si este la recibe convencido de que esa sustancia posee realmente tal acción. (Diccionario de la Real Academia Española - Vigésima segunda edición [versión online]).

lunes, 19 de julio de 2010

Y ellas, ¿a dónde van?



Hemos arribado a un punto en la historia de la Humanidad en el que prácticamente podemos hacerlo todo, y, mejor aún, este "todo" se logra con un solo clic, o simplemente con apretar un botón... y así.

De esta manera nos hemos solucionado muchas cosas. Algunos trámites que antes eran interminables, ahora al menos se han agilizado un poco, siendo posible para los usuarios imprimir recibos es sus casas, por ejemplo. También tenemos un panorama más claro de lo que nos rodea en lo que a noticias se refiere (por supuesto, con el riesgo de manipulación, aunque, ¿cuándo no se corre ese riesgo?). Podemos tomar medidas con más anterioridad, así como planificar vacaciones, buscar información y un amplio etcétera que dejo librado a la amplia imaginación del lector.

Ustedes ya estarán pensando en qué "pero" viene ahora. Bueno, antes del "pero", que conste que no estoy en contra del progreso, ni mucho menos. De hecho, sin él este blog no funcionaría; sería muy ingenuo de mí apresurar una opinión de esa índole.

Ya mencioné que gracias a los avances tenemos todo servido en grandes bandejas de códigos binarios e imágenes de colores brillantes y llamativas, ¡es genial! A esto se le suma que, si enviamos la palabra "compañero" al XXXX, vamos a encontrar al amor de nuestra vida, y si nos subscribimos a una página web, sólo con ese movimiento, vamos a perder 30 kilos y ganar un amigo británico llamado William... ¡Qué comodidad! Pero... ¿qué dejamos atrás en nuestro afán de comodidad?

En esta era avanzada, moderna, con innovaciones que deberían abrirnos la cabeza a mundos antes impensables... abundan cada vez más los seres autómatas, dependientes y deshumanizados...

En nuestro verdor social, tal como en las primaveras reales, están desapareciendo las mariposas. Las mariposas, seres que nos deslumbran con su sencilla pero insuperable, majestuosa belleza. Es apenas un bicho... pero un bicho que nos sorprende, y que podríamos quedarnos viendo, embobecidos, toda una tarde; un bicho que morimos por tocar con nuestras propias manos, para sentir un poquito de ese espíritu de ellas...

Ahora, ¿qué tienen que ver las mariposas?

Continuamente buscamos los más nuevo, lo más grande, lo más impresionante, lo más novedoso, creyendo que solamente así nos sentiremos realizados y felices... Y olvidamos cosas chiquitas, sencillas, que no cuestan nada y realzan el paisaje, como esos bichitos que revolotea(ba)n en primavera. Cosas como los modales (subestimamos demasiado el poder que tienen las palabras del estilo de "gracias", "por favor" y "perdón"), atenciones (¿cuánto tiempo de nuestra vida puede quitarnos abrir una puerta, parar un ascensor, ayudar a una mujer con el carrito del bebé...?), o simplemente sonreir, a nadie en particular sino a la vida en general. Está científicamente comprobado que la risa es buena para la salud, pero más que eso, ¡es buena para las relaciones con la gente!

Además... ¿cuánto tiempo pasamos con nuestros verdaderos amigos? Esos que conocimos en la escuela, aquellos con los que compartimos pila de cosas, que lo darían todo (o capaz que no) por nosotros. Ah, sí, es mucho más emocionante hablar con un perfecto desconocido.

Tiempo. Es eso, esa palabrita sencillita, lo que necesitamos. ¿Y qué locuras digo? ¿Agregar más horas al día? ¡NO! Digo sacarle horas a las cosas inútiles, a las cosas "grandes", y dedicárselas a aquellas que de verdad nos van a enriquecer. ¿Cuánto tiempo y energías, en lugar de gastar, invertiríamos? En lugar de dejar que una máquina viva por nosotros, podríamos arriesgarnos a vivir por nosotros mismos... Y darnos cuenta de que no es tan difícil como parece.

Las mariposas reales, en su mayoría, van camino a la extinción, gracias a nuestras acciones progresistas. No quiero pensar que las mariposas simbólicas correrán la misma suerte.

sábado, 19 de junio de 2010

Libertad



Bueno, es una vergüenza... Hace cuanto que no actualizo esta cosa... u.u soy un desastre, shame on me.

La cuestión surge porque anoche me encontré escuchando esta canción que comparto arriba (dicho sea de paso, una de mis favoritas de Queen y del mundo), y mi cabecita loca empezó a delirar y a pensar...

...y pensaba en lo fácil que se nos hace caer en el remolino de la vida cotidiana, olvidándonos de las cosas chiquititas que nos enriquecen.

El mundo está diseñado para entrarnos por los ojos. Comprar, tener, desear... parece que nunca tenemos todo lo que queremos, o cuando sí, aparece algo mejor, más nuevo más... "útil". No quiero decir que esté en contra de tener una vida más fácil que la de mis abuelos, pero sí me parece que estamos perdiendo paulatinamente las facultades de raciocinio elementales. La propaganda trata de convencernos de que necesitamos, no podemos vivir sin X producto, y si no lo necesitamos realmente, primero nos crea la necesidad y luego nos vende.

Yo me pregunto: ¿hasta cuándo les vamos a creer el cuentito? ¿Hasta cuándo vamos a trabajar horas extras para comprar un plasma 1001 pulgadas, un super recontra re última moda celular que te trae el diario y te cuenta un cuento antes de dormir? ¿Hasta cuándo vamos a sacrificar a nuestra familia y amigos por esas cosas que, aunque lindas, son en realidad adornos?

Para poner un ejemplo: la comida sin sal es desagradable, pero comer sal sola es tremendamente asqueroso. El plato principal es la vida. Es posible que algún día abramos los ojos y nos demos cuenta de que hemos estado comiendo sal por tanto tiempo... Y nos hemos perdido de cosas deliciosas...

¿Cuándo fue la última vez que soplaste una plantita de diente de león? ¿Has caminado sin paraguas un día de lluvia en el último año? ¿Y qué hay de caminar descalzo? ¿O ver un atardecer, o un arcoiris? ¿Te has detenido a ver jugar a los niños? ¿Mirás por la ventana del ómnibus y observás sólo mugre, o podés disfrutar de una sinfonía de colores hasta en los edificios que nos acompañan todos los días? ¿Todavía disfrutás de comer chocolate y tortas fritas cuando llueve? ¿Te provoca felicidad ver esos caramelos que comías cuando eras un niño, y al degustarlos nuevamente, volvés a sentir eso que te causaban antes?

¿Seguís viendo a los ojos de ese alguien especial, sea quien sea -pareja, amigos, familia... ¡mascotas, por Dios!- y sintiendo que estás vivo?

Si no es así, quizás ya es hora de aflojar un poco las piolitas y de correr sin rumbo por el campo. ¡Qué importan los demás y sus opiniones burdas y amargas!

Las victorias, por ínfimas que parezcan al mundo, son valiosísimas por lo que logran en nosotros.

lunes, 29 de marzo de 2010

Causa y efecto


Muchas veces me he preguntado si la gente es conciente de las huellas que deja en la vida del resto de las personas.

Una de las más grandes peculiaridades de la vida en sociedad es que, por más que lo intentemos, por más que lo neguemos, no podemos ser entes aislados; cada acción, cada gesto, dictamen, opinión, nos provocan diferentes reacciones. Ira, indiferencia, simpatía... No podemos ir en contra de nuestra condición de seres humanos, y como tales, seres sociales. De hecho, gran parte de nuestra formación depende de estas relaciones, puesto que lo que aprendemos por nosotros mismos depende de los mecanismos aprendidos de nuestros padres, profesores y amigos.

Y en gran parte, hasta nuestra vida depende de lo que aprendemos de esa gente.

En mi caso particular, mi futuro está marcado por las gotitas que fueron vertiendo muchas personas. Buenos ejemplos que me conducen a querer superarme, mejorar, darlo todo por ver (o imaginar en el caso de aquellos que ya no están conmigo) una sonrisa de aprobación y orgullo, no ya en sus labios, sino en sus ojos. Malos ejemplos que me provocan rechazo, pero que me enseñan qué debo evitar para llegar a mi meta. Ejemplos de total abstinencia ante la vida, que me animan a buscar explicaciones. Ejemplos de desolación, que me refinan, que me hacen olvidar lo malo en mi vida para llegar a ese sagrado estado llamado empatía. Ejemplos de alegría extrema, que me empujan a apartarme de la envidia y a compartir las alegrías ajenas.

Nadie sería nada sin estas cosas.

Según las palabras de la Madre Teresa de Calcuta, "
a veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara una gota".


A mi abuelo Jorge Díaz, y a mi "teacher",
Gladys
Lilián Bas de Martínez

Por ser gotitas fundamentales en el caudal de mi vida.

viernes, 26 de marzo de 2010

Mujeres


S
oy mujer.

Esta oración, tan concisa, tan corta, aparentemente tan simple, es algo muy difícil de asumir para la mayoría de los seres que nos encontramos en esta condición.

No se puede erradicar de la sociedad los conceptos de que las mujeres somos menos, valemos menos o podemos menos. Y este pensamiento es tan fuerte que muchas veces nosotras mismas nos lo creemos. Por eso durante algún tiempo, especialmente en la adolescencia, tratamos de actuar, hablar y parecernos a los hombres, con la esperanza de que esto nos libere y tarde o temprano nos permita ser nosotras mismas.

¡Qué gran equivocación!

También están las otras, las que se matan por más derechos, más salario, ley del aborto, etcétera. No estoy en contra de esas mujeres, ni las culpo.

Pero sí tengo algo en claro: estamos tan ocupadas peleando por cosas inútiles que nos olvidamos de lo valiosas que somos en este mundo sólo por ser lo que somos. Ley del aborto, cuando tenemos la increíble capacidad de traer hijos al mundo, algo aún inexplicable para la ciencia. Igualdad de géneros cuando tenemos el poder de hechizar a los hombres. No niego que es necesario cambiar las cabezas de la gente, pero creo que histeriqueamos demasiado y en alguna parte nos olvidamos de quiénes somos y para qué estamos. Casualmente las mujeres más importantes, esas que todas quisiéramos imitar, no fueron aquellas que pasaron renegando de su condición o de qué injusta es la vida, sino aquellas que, aun con el mundo en contra, se arriesgaron a hacer cosas de hombre desde su rol femenino.

Pasamos demasiado tiempo tratando de ser hombres.

Soy mujer.

Y me da orgullo decirlo.

miércoles, 24 de marzo de 2010

Ahuyentando el miedo




En mi último acceso a este cuadernillo de apuntes comenté mi ilusión de ser la mejor docente que mis propias capacidades (con esto me refiero: independientemente de los resultados de mis compañeros) me permitan ser. Ahora quisiera abordar este mismo tema pero desde otra perspectiva.

Nadie ignora que vivimos en una sociedad que, en términos generales, es bastante conformista, casi mediocre. Es decir, no nos preocupa que las cosas estén como están, ni siquiera explicar esta realidad; nos conformamos con sobrevivir cada día, no ya de la mejor manera, sino "en la lucha". No tengo nada en contra de estos luchadores, pero creo firmemente que la vida es mucho más que conformarse, y más importante aún, mucho más que sobrevivir y ya. No obstante, para personas como yo, con ánimos de superación y deseos de devorarnos la vida, esta actitud es chocante, abrumadora; personalmente, muchas veces he tenido miedo de introducirme en un mundo que se rige por dichas reglas, por la ley del mínimo esfuerzo.

Digo esto desde mi visión de estudiante y futura docente: me ENFERMA esa actitud de "¿y cuánto es el mínimo aceptable?". ¡No! El "mínimo aceptable" debería ser inaceptable para nosotros. Quizás suene algo conservadora o, peor aún, idealista. Pero creo que este pensamiento le niega la posibilidad a la persona de sentir satisfacción personal... ese gustito dulce que trae consigo la sensación de haber cumplido, no con un superior, sino con uno mismo. Eso lindo que uno siente cuando apoya la cabeza en la almohada y no tiene que preguntarse "¿y qué hubiera pasado si hubiera dado un poco más?".

Por supuesto, esa filosofía de vida conlleva más esfuerzo, enojos, frustraciones que el conformarse con resultados escuetos. Sin embargo, por experiencia propia puedo asegurar que lo que logra en uno dar el máximo es indescriptible, impagable.

Por eso, queridos, no sientan miedo; ES POSIBLE hacer la diferencia. Y por cierto que los tropezones en el camino no van a resultar tan dolorosos cuando uno alcance la meta, luchando contra el viento, es verdad, pero luchando. Luchando siempre. Pero no por lo que otros nos tengan que dar a cambio. Simplemente luchando por encontrar quiénes somos y a dónde vamos.

Poder llegar al fin de nuestros días en paz con nosotros mismos por haber roto el molde y haber vivido, no sobrevivido. Y quizás, con algún viento a favor, haber ayudado a abrir las mentes.

No puede haber mayor premio que ese.

domingo, 14 de marzo de 2010

Retomando contacto


S
í, ya sé, he estado vagando por el mundo y no he escrito nada... Me disculpo.

Pues bien, sucede que las vacaciones terminan y el lunes retomo mi actividad estudiantil. Pero resulta que esta vez es diferente a todas las anteriores. Esta vez es la antesala de todo el resto de mi vida la que me espera a las ocho de la mañana allí en el Instituto de Profesores Artigas.

A veces es difícil pararse y mirar cómo el tiempo y las decisiones lo llevan a uno hasta donde está; es algo aterrador pensar que uno ya no es un niño y que tiene que responder por sí mismo (aunque haya gente respaldándolo, como en mi caso, gracias a Dios) tanto por lo éxitos como por los errores. Claro, no es que no quiera hacerme responsable, madurar, crecer, encontrarme... sino que... ¡ay, parece mentira que el momento llegue así, de pronto...!

La cuestión es que deseo ser profesora. Es todo. Es mi meta, y mi único obstáculo soy yo. Por eso, entiendo que debo aprovechar el camino, como una peregrinación... Refinarme, ser una buena guía para mí misma antes de poder enseñar a otros. Porque creo que esa es la esencia de un buen maestro: ser capaz de transmitir conocimientos seglares, sí, pero también inculcar herramientas que ayuden a estos alumnos a ser maestros algún día. Maestros de sí mismos, que sepan combatir sus propias debilidades y tomarlas como aprendizajes. Personas que no comentan los mismos errores, sino que imiten los éxitos y alcancen las metas que uno quizás no podría.

Eso es lo que quiero enseñar.

Quiero enseñar a vivir.

miércoles, 27 de enero de 2010

El copito tierno: Ranitas de hojalata de colores



Y sin más preámbulo... Espero que lo disfruten tanto como yo.

¡Yo no soy un bicho de ciudad!


Siempre me sentí ajena a este espacio... pero nunca tanto como ayer...

Nunca me sentí tan fuera de lugar como cuando desde la ventanilla del ómnibus me atrapaba el aliento de la ciudad. Es extraño, nacer en una urbe y no sentirse parte de ella.

Y no es para menos.

Yo no necesito el aire fétido de las alcantarillas, ni el sentimiento de anonimato, ni la falta de cortesía... No necesito el aura gris ni el calor del pavimento. No lo necesito, ni lo deseo.

Yo necesito el aire puro del campo, el cantar de los cerros, el verde de las praderas... El sutil bailotear de las olas en el vientos, el murmullo de un arroyo entre las piedras, libre de desperdicios. ¡Y es que esos lugares quedan! Quiero ver el atardecer sin tener que buscar un espacio donde no me interrumpan las antenas. Quiero un cielo lleno de estrellas, de esos que te dejan sin aliento; quiero un campo lleno de las lucecitas verdes de las luciérnagas... Anhelo esa sensación de libertad que te da solamente correr sin rumbo, solos la naturaleza y uno... ¡Si total, no nacimos para estar encerrados en una jaula de concreto!

Hoy por hoy sentirse agobiado es una elección. Yo no quiero eso.

Quiero paz.

Contigo.

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