martes, 5 de julio de 2011

Libertas (o: el diario réquiem de todos nosotros)


Veamos a donde veamos, solo hay mentiras, engaños, placebos cuyo objetivo es nada más dar un poco de calma para que no sintamos la agonía de lo que realmente sucede. Cada día. Cada día somos cercenados un poco de nuestras ganas, de nuestros sueños, de nuestra individualidad. Parece que querer ser diferente es malo, porque querer superarse es malo, no querer una vida de mediocridad es un pecado que lamentablemente ni siquiera se paga con la muerte, sino con algo peor: una vida de mediocridad consciente, y elegida.

Estoy cansada de que la gente no lo vea, o que haga como si nada. Estoy harta de frases como “sensación térmica” refiriéndose a lo que es una realidad evidente y avasallante. Estoy harta de sentir que se nos trata como idiotas por saber cómo son las cosas y no aceptarlas como son.
A esta altura ustedes creerán que pertenezco a tal o cual corriente política. Felizmente, me siento en un estadio superior, no quiero ser una víctima más de esos engaños. Seamos claros, hay ideologías nobilísimas representadas por imbéciles ambivalentes. Ninguno de ellos se preocupa ni por mí, ni por ti, ni por tus hijos ni por nadie. ¡Y aun así les prestamos nuestras paredes, postes de luz y demás edificios para plasmar su basura!

Basta. Cada vez que veo una propaganda política, se me revuelve el estómago: esas caras de mansas ovejitas, esos ideales tan elevados… Cuando no son más que mentiras. Quiero ver más verdades crudas y menos engaños complacientes. Es cierto que la mayoría de las personas no toleran muy bien que se les diga la verdad, pero no por eso lo artificial será más real. Sería como asumir que una flor de plástico vale más que una flor natural solo porque se mantiene bella por más tiempo.

Quisiera ver otras cosas en las calles, cosas que no me hagan sentir avergonzada de vivir en este mundo. Somos capaces de hacer cosas hermosas… Quisiera cuadros, flores, poemas, frases, partituras… Quiero arte adornando nuestras calles, quiero la verdadera esencia de la humanidad. No quiero más violencia, ni sentir que si no perteneces a tal o cual partido eres menos que basura, como si en las cuestiones de ideología hubiera una superior a otra. Así estamos, vendiendo un mensaje de tolerancia mientras los mismos dirigentes nos enseñan -o quizás el fanatismo, que es la peor miseria del Hombre- a señalar a quien se embandera con otros colores.

Ya no creo en nada. Ni en un estado, ni en una democracia, ni en la política y menos que menos en quienes la representan. No estoy en contra de ellos, simplemente me da lo mismo. Siempre serán lo mismo. Pero considero que hay cosas más importantes que legarle a las futuras generaciones que rotos afiches de hipócritas vendiendo un nuevo Edén. Hay algo más nuestro, más puro, más dulce, más productivo, algo que nos hace pensar (sobre todo PENSAR, que es lo que hace falta), y es el glorioso mensaje del arte en todas sus expresiones.

Mientras esto no suceda -no tenemos las agallas para ir contra el sistema- seguiremos viendo esos ojitos que nos ruegan por un voto, que es su único motivo de vivir, y nosotros seguiremos muriendo por dentro. Un poco más, cada día un poco más, corroídos por olas y olas de mentiras, sabiendo, lo que hará peor nuestra agonía, que las cosas no tenían por qué ser así, y que fue NUESTRA DECISIÓN.

Volviendo

Es que a veces simplemente no hay ánimos como para escribir nada.

Seguidores