sábado, 29 de junio de 2013

In memoriam


Esta entrada será algo triste. He estado ausente por algún tiempo, pero han pasado muchas cosas. Entre ellas, la muerte de un buen amigo, Jorge Ramírez, y de la directora del liceo donde cursé el último año de mi enseñanza secundaria, Melva Cor.

De Jorge, diré que era un excéntrico, rarófilo, traumado con los videojuegos y el metal. Pero un excelente amigo, listo para salir a la cancha si alguien lo necesitaba. Era mi bro, uno de los que estuvo ahí cuando necesité consejos. Leía mis cosas, escuchaba la música que le mostraba, tenía paciencia y era muy protector.

De Melva... No sé por dónde empezar. Fue la mejor directora que el liceo pudo tener. Ella siempre estuvo unida a nosotros, preguntándonos cómo estábamos, qué queríamos, qué necesitábamos. Era sumamente exigente y por eso no siempre fue estimada por algunos docentes, pero esos mismos han reconocido que fue esa exigencia la que ayudó a mantener el orden en el liceo. Era amable, dulce y cariñosa con sus alumnos y ex-alumnos. Cuando terminé, y volvía cada tanto porque extrañaba, siempre me preguntaba cómo me iba en los estudios y todo lo que eso involucraba. Siempre tuvo las puertas de su dirección abiertas a proyectos, quejas y consultas. Nos hizo sentir en casa. Ahora que soy docente y estoy del otro lado, me doy cuenta de cuánto trabajo tenía, no solo el que su puesto le exigía sino el que ella misma asumía por amor a su profesión. No es fácil estar a cargo, y mucho menos dejar de ver a los alumnos y docentes como un número y conocerlos como personas; pero así era ella.

Lo que aprendí de ellos... De Jorge, que los amigos están primero siempre, sin importar qué haya pasado o cuánto tiempo hayan pasado sin hablar. Si te necesitan, olvidás todo y estás, sin cuestionar nada, solo ahí, para escuchar y dar todo. De Melva, que siempre se puede dar más de lo que se espera de nosotros y en eso consiste la vida, darlo todo hasta las últimas consecuencias, hasta que no puedas más, hasta que no quede ningún "what if?" que plantearse.

Sé que cuando mueren las personas parecen volverse santas, sin errores. No lo creo así. Ambos fueron personas imperfectas, con defectos. No obstante, lo que dejaron atrás, su legado es lo que vale. Es lo que queda: seguir adelante en su memoria, seguir la lucha que ellos no pueden seguir, para que cuando abran los ojos vean que nosotros tampoco nos rendimos. Auf wiedersehn, queridos... Nos vemos a la vuelta.


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