miércoles, 24 de marzo de 2010

Ahuyentando el miedo




En mi último acceso a este cuadernillo de apuntes comenté mi ilusión de ser la mejor docente que mis propias capacidades (con esto me refiero: independientemente de los resultados de mis compañeros) me permitan ser. Ahora quisiera abordar este mismo tema pero desde otra perspectiva.

Nadie ignora que vivimos en una sociedad que, en términos generales, es bastante conformista, casi mediocre. Es decir, no nos preocupa que las cosas estén como están, ni siquiera explicar esta realidad; nos conformamos con sobrevivir cada día, no ya de la mejor manera, sino "en la lucha". No tengo nada en contra de estos luchadores, pero creo firmemente que la vida es mucho más que conformarse, y más importante aún, mucho más que sobrevivir y ya. No obstante, para personas como yo, con ánimos de superación y deseos de devorarnos la vida, esta actitud es chocante, abrumadora; personalmente, muchas veces he tenido miedo de introducirme en un mundo que se rige por dichas reglas, por la ley del mínimo esfuerzo.

Digo esto desde mi visión de estudiante y futura docente: me ENFERMA esa actitud de "¿y cuánto es el mínimo aceptable?". ¡No! El "mínimo aceptable" debería ser inaceptable para nosotros. Quizás suene algo conservadora o, peor aún, idealista. Pero creo que este pensamiento le niega la posibilidad a la persona de sentir satisfacción personal... ese gustito dulce que trae consigo la sensación de haber cumplido, no con un superior, sino con uno mismo. Eso lindo que uno siente cuando apoya la cabeza en la almohada y no tiene que preguntarse "¿y qué hubiera pasado si hubiera dado un poco más?".

Por supuesto, esa filosofía de vida conlleva más esfuerzo, enojos, frustraciones que el conformarse con resultados escuetos. Sin embargo, por experiencia propia puedo asegurar que lo que logra en uno dar el máximo es indescriptible, impagable.

Por eso, queridos, no sientan miedo; ES POSIBLE hacer la diferencia. Y por cierto que los tropezones en el camino no van a resultar tan dolorosos cuando uno alcance la meta, luchando contra el viento, es verdad, pero luchando. Luchando siempre. Pero no por lo que otros nos tengan que dar a cambio. Simplemente luchando por encontrar quiénes somos y a dónde vamos.

Poder llegar al fin de nuestros días en paz con nosotros mismos por haber roto el molde y haber vivido, no sobrevivido. Y quizás, con algún viento a favor, haber ayudado a abrir las mentes.

No puede haber mayor premio que ese.

3 comentarios:

  1. Maravilloso, me encanto, el ideal de vivír la vida es lo mejor que hay, siempre siguiendo lo que uno siente, lo que a veces es mucho mejor que hacerle cazo a la razón!besos!

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  2. Jonax: vivir la vida está altamente ligado al uso de la razón. Vivir la vida no es ir a lo loco y a los pechasos. ES planificar, meditar...

    Como siempre, gracias por comentar!! ^^

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  3. no ando muy inspirado,,,
    me parece excelente tu opinion mas alla de que yo no tenga ese enfoque de la vida, todos vivimos de a ratos es lo unico que se, y creo lo mio pasa mas por el lado de soñar, no planificar. odio el conformismo pero de cierta forma lo tengo inyectado...

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