He tenido la maravillosa experiencia de aprender diferentes idiomas en mi vida. Soy hablante nativa de español, estudiante avanzada de inglés, y manejo alemán e italiano básico. Muchos de ustedes de seguro pueden tenerle miedo a esta experiencia (bah, "miedo" quizás es una palabra muy abarcativa, pero conozco gente que cree que no podría hacerlo). Mi propósito en esta entrada (un poco light quizás, para irla llevando; de todos modos aporta) es exponer algunas cuestiones que he observado a raíz de mi experiencia,y que espero los motive a dar ese paso que jamás lamentarán.
- ayuda a encarar mejor los errores: equivocarse es parte del proceso natural del aprendizaje. Al asumir esto, es posible hacerlo extensivo a otros aspectos de la vida. La vida es un aprendizaje, ergo, equivocarse es esperable. También es esperable que poco a poco exista un superarse.
- esa superación que mencioné en el punto anterior, produce una sensación magnífica de logro. Es maravilloso pararse, después de un tiempo lidiando con un idioma, y ver cuanto se ha progresado, a veces sin notarlo... ¡es tan gratificante!
- permite conocer culturas diferentes. Este aspecto tiende a ser ignorado, aunque es tan importante como agregar nuevas palabras a nuestro incipiente léxico. Aprender un nuevo idioma es abrir las puertas de nuestra mente a un riquísimo caudal de costumbres, Historia, geografía y demás. Una lengua es un constructo social que refleja la idiosincracia de sus hablantes, por tanto, no aprendemos simples palabras, frases. Nos adentramos en años, en siglos de hechos que lo respaldan. Conocer otras costumbres, otras cosas que no son a las que estamos habituados, contribuye a nuestro pensar crítico, y bien aplicado, puede ayudarnos a ser más tolerantes. No salir jamás de nuestra burbuja es un error fatal; hay muchos medios para ampliar nuestros horizontes, y un nuevo idioma es sólo uno de ellos.
- da la oportunidad de conocer otras personas. Si bien es posible aprender un idioma por libros o por Internet, no hay nada mejor que un clase, con compañeros reales y profesores reales, con situaciones comunicativas reales. Resolver dudas, probar nuestras aptitudes en tiempo real afianzan nuestra confianza y dan peso a nuestro aprendizaje. Y a veces, si tenemos suerte, los vínculos pueden perdurar en forma de amistad aún cuando el curso haya acabado...
- ayuda a ser personas más independientes y disciplinadas. No basta con el tiempo que se pasa estudiando, ya sea del libro o en la clase. Es necesario dedicar tiempo para practicar de cualquier manera, y la búsqueda de recursos es totalmente nuestra responsabilidad. Hace falta un poco de dedicación, imaginación quizás, y los resultados pueden ser asombrosos.
- nos enseña mucho de nuestra propia lengua. Es inevitable comparar, sobre todo al principio, los nuevos conocimientos con las estructuras que ya traemos de nuestro idioma natal. A raíz de esto podemos hacer hallazgos sorprendentes sobre las posibilidades que este último nos da. A veces por poder resumir algo que el nuevo idioma vuelca en muchísimas palabras, o viceversa. Quizás porque notamos que en realidad esa palabra no existe para nosotros. O tal vez porque en nuestro nuevo idioma no encontramos equivalente para tal o cual término. Ahí empieza el camino, cuando hay que usar el ingenio para decir lo mismo en nuestra segunda lengua. Y ahí también empezamos a dejar de traducir, y poco a poco pensamos en nuestro nuevo idioma. Eso es fantástico.
Probablemente me salté alguna razón de peso. Si quieren descubrirla, ¿por qué no buscarla por ustedes mismos?
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