Dicen que siempre es peor para el que se queda que para el que se va. Y eso es una gran verdad. Recuerdo quedarme llorando al despedir a mi prima cuando volvía a Melo. ¿Quién no ha sentido eso?
Pero hay un aspecto donde esto es todavía más real: la muerte. El que muere, solo descansa. Los que quedamos atrás, sufrimos y tratamos de levantarnos de entre las cenizas y seguir adelante como ellos habrían querido.
Ahora bien, ¿qué sucede cuando las circunstancias de la vida hacen que uno decida partir antes de la fecha que "figura" en nuestro boleto vital? No creo ser la única que en algún momento pensó en suicidarse. Por suerte, nunca llegué a hacerlo. Lamentablemente, hay otros que sí lo han logrado.
Muchas veces fui de las que señaló con el dedo -hipócritamente, lo reconozco- a aquellos que lo hacían, esbozando argumentos del tipo "¡qué egoísta!" o "¡qué cobarde!". Francamente, ya no lo creo así.
Nadie en su sano juicio desea quitarse la vida. Vivimos en un mundo difícil, agobiante, afrontando dificultades que nos aplastan y nos patean las costillas cuando estamos en el suelo. No se desea morir, se desea poner fin a esa sensación de impotencia e indefención.
Ayuda. Cada intento, cada pensamiento es un grito de ayuda que no nos animamos a proferir. Con esto no pretendo hacer sentir culpable a nadie, ya que cómo ayudar a alguien de quien no sabemos el problema. Más bien, es un pedido a aquellos que alguna vez alberguen estos pensamientos para que se animen a pedir ayuda. Como sea, a familia, amigos, médicos... No por eso se es más débil, sino al contrario.
Este mundo se va a pique. No obstante, hay miles de cosas bellas todavía por ver: la paz de las gotas de lluvia golpeando la ventanilla de un ómnibus, la música, la familia, los amigos, los animales, la naturaleza... un atardecer en las aguas tranquilas de la playa, o una despampanante tormenta eléctrica. Vivimos tan dentro de nosotros mismos que no vemos lo hermosa que es la vida. ¡Abran los ojos!
A aquellos que lamentablemente han perdido la lucha contra sus propios pensamientos, y a sus familias, queda la esperanza del reencuentro en un mundo donde ya no habrá causa de dolor, donde todo será paz y felicidad. Ellos solo descansan; descansan de su agobio. Y sí, es más difícil para el que queda que para el que se va... pero depende del que se queda que ese sacrificio no sea en vano. Valoremos la vida y cada una de las pequeñas cosas que la componen. Recordemos a aquellos que ya no están con sus momentos más felices, y hagamos que sus memorias brillen siguiendo las sendas de sus buenos ejemplos. Ayudemos a construir un mejor mañana para los que queden cuando seamos nosotros los que nos vayamos. Solamente... vivamos. Vivamos cada día lo mejor posible. Y nunca olvidemos que, a pesar de todo, la vida es hermosa.
A Gabriela Méndez, y Elena Méndez y su familia
con muchísimo cariño,
deseándoles fuerzas para afrontar este trance
y recordándoles que a pesar de todo, vale la pena.
Oh, precisamente Reinhardt tiene en la mente el famoso soliloquio de Hamlet:
ResponderBorrar"Ser o no ser, esa es la cuestión..."
Pero bueno, ¿debe ser la muerte considerada como algo innatural o -malo- cuando esta se provoca por humana mano?
Siento que el colibrí tiene el derecho de dejar de batir sus alas cuando él sienta que el dulce polen no le sabe más dulce, sino amargo.
Podrá pedir ayuda y reinvindicarse, pero... ¿qué si aunque con ayuda no logra [re] encontrar su camino? ¡Ay de la muerte! ¡Ay de la procesión!
La vida implica sufrimiento, he ahí el predicamento. La muerte [hasta donde mi mente comprende] implica una paz eterna y sublime, para una efímera eternidad. ¿Habrá en el postmortem una realidad?
Sin embargo, en la dialéctica del amor y el odio se haya la lucha por la felicidad y el bienestar. No todo se nos va a dar de a gratis si por una pizca de dulce polen queremos luchar.
Aún siendo la vida muy cánida [porque admitir debemos que así es ella], creo también que tenemos el derecho de dejarnos vencer por esa perra... o ponerle una correa y no dejar que nos gane.
Aunque, ella las trae de ganar siempre al final.
Saludos, Lady V.
Y disculpe la verborrea que uno empleó. Estos menesteres metafísicos así son.
Buena fe y vibra a usted y sus seres queridos :)
Bueno, respeto tu punto de vista, pero de todas maneras considero que, aun cuando la vida puede ser dura, hay cosas hermosas. Los atardeceres, las gotas de lluvia contra la ventana, el sabor del café y el crepitar del fuego en una noche de invierno, o el frío cortante de una mañana invernal. Si no fuera por esas buenas cosas, la raza humana se extinguiría, porque, ¿quién en su sano juicio traería a seres indefensos a sufrir? Considero que estamos en un remolino de sucesos negativos, pero al final son los buenos los que cuentan. Como cuando muere alguien; al principio todo es tristeza y desazón, pero con el correr del tiempo, traemos con nostalgia y dulce cariño los buenos momentos compartidos, los recuerdos que nos hicieron crecer.
ResponderBorrarMi punto de vista es que no tenemos derecho a decidir la duración de una vida. Claro, tuve que convencerme de eso, y me alegro, porque si no habría sido de las que se dejan vencer... y tengo mucho por vivir. Quiero traer una niña a este mundo y mostrarle que a pesar de todo, vale la pena luchar.
Saludos, estimado, gracias por pasar y respecto a la verborrea, es un placer leer tales producciones. Retribuyo los buenos deseos y espero tenerlo pronto de nuevo por aquí ^^