viernes, 23 de diciembre de 2011

Con cariño


Gimena Silvana Baz Seguí, niña hermosa que le perdió la pulseada a una enfermedad terrible. Pero esta entrada no trata de ponernos tristes, sino de comentar un poco cómo una niña de 12 años se convirtió en mi modelo de vida.

Era la niña más linda que podías cruzarte. Simpática, pero de carácter fuerte y con salidas que parecían no corresponder a su edad. Con todo, su inocencia y su alegría era contagiosa. Siempre bailando y cantando, siempre queriendo seguirnos a su hermana mayor y a mí, que a veces queríamos un ratito a solas para hablar de algo íntimo... Y aunque era chiquita, no se notaba, porque se integraba a lo que fuera que hiciéramos. 

Con todo, creo que lo que más destaco de ella es la fuerza de la que hizo gala durante su último año, ese año de sucesos tan angustiantes y rápidos, de meses internada, de días en coma, de largos tratamientos con quimio y radioterapia... Ese año donde volvió a nacer, recuperando la capacidad de hablar, de comer, de respirar sola... No dejando que le pusieran pañales, esforzándose por caminar... Ese año en que salió de la escuela con las excelentes notas de siempre y comenzó su primer año en el liceo, como siempre lo deseó. Un año lleno de gente que la conocía y se enamoraba de ellas, de amigas inseparables, de hermana y primas que la admiraban y se enorgullecían de ella.

El día que la llevamos al panteón a descansar hasta que se levante cuando llegue el momento, llovía. Y es que el cielo estaba triste, por haber perdido su solcito. Pero la mañana siguiente amaneció espléndida. Y uno piensa... ¡Así era ella! Recuperándose de la peor adversidad como algunos adultos no lo harían... Y por eso es mi ejemplo de vida, aunque yo ya soy una adulto y ella una niñita. Cada vez que siento ganas de rendirme, pienso que ella jamás lo hizo. Todo el año estuve pensando en por qué ella, que era tan dulce, buena, chiquita... Por qué no yo, que ya había vivido cosas... Claro, uno nunca se podrá responder eso, en esta vida el suceso imprevisto nos acaece a todos. Sin embargo, ya que se me dio esta oportunidad -y a todos ustedes, lectores, que podrían haber sido mi prima- sé que tengo que aprovecharla, tal como ella lo hizo.

Recuerdo una tarde en el liceo donde hago una suplencia, llorando en el baño de la impotencia, por no lograr que mis alumnos me escucharan, cuestionándome si serviría para esto... Y pensé en ella, y sé que tengo que vivir de la manera en que ella habría deseado. Entonces, salí del baño y volví a la clase, y ya nunca me he vuelto a cuestionar nada.

No creo en el cielo, y sé que estás descansando. Pero te siento muy cerca, porque te pienso cada día, y recuerdo lo fuerte que fuiste y nos enseñaste a ser. Princesita, nos veremos pronto, pero mientras tanto, viviré de una manera en que te enorgullezca.

Te adoro.




2 comentarios:

  1. Todo a su momento... mientras tanto, seguirá siento una fuerza para muchos... estas líneas son hermosas.

    ResponderBorrar

Seguidores