Sí, sí, ya sé: soy incapaz de llevar un blog como la gente. Pero espero que la prolongada ausencia de la que salgo con esta entrada sea la última (y lo digo con los dedos cruzados atrás de la espalda, jaja).
Hace un par de días me he vuelto consciente del bloqueo productivo que tengo. Quiero escribir, lo quiero con todas mis fuerzas, pero no se me viene nada a la mente. Me siento frente a la hoja a pensar ideas, y las ideas no salen. Siento que todo está bajo una niebla gris que no me permite verlo con claridad, como si todos los mundos y todas las posibilidades bailaran frente a mis ojos pero no pudiera limpiar esas nubes que me impiden acceder. ¿Qué hace que, sin importar lo frustrante, lo casi humillante que se vuelvan las cosas, insistamos en hacerlas? Creo que cuando algo es muy importante, cuando sentimos que tenemos algo que contarle al mundo, no paramos hasta lograrlo, aun cuando no tengamos del todo claro qué es eso que queremos contar.
Hace un par de días me he vuelto consciente del bloqueo productivo que tengo. Quiero escribir, lo quiero con todas mis fuerzas, pero no se me viene nada a la mente. Me siento frente a la hoja a pensar ideas, y las ideas no salen. Siento que todo está bajo una niebla gris que no me permite verlo con claridad, como si todos los mundos y todas las posibilidades bailaran frente a mis ojos pero no pudiera limpiar esas nubes que me impiden acceder. ¿Qué hace que, sin importar lo frustrante, lo casi humillante que se vuelvan las cosas, insistamos en hacerlas? Creo que cuando algo es muy importante, cuando sentimos que tenemos algo que contarle al mundo, no paramos hasta lograrlo, aun cuando no tengamos del todo claro qué es eso que queremos contar.
Suspiro... Siento que se aproxima una larga temporada de frustración. Veremos qué rumbo van tomando las cosas...
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