Todo en el Universo se sustenta a través de cambios. La Tierra no es un ente estático aunque no lo notemos. Las horas que pasan y los cambios de estación son sólo algunas pruebas de su movimiento. Por su interacción con otros cuerpos también móviles, vemos espectáculos maravillosos como la Luna llena, un vibrante atardecer rojizo, Venus mostrándose como una brillante esrella en la claridad celeste blanquecina del amanecer... La aurora boreal en los lugares más fríos y recónditos del planeta...
También los animales cambian. El ejemplo más viejo y gastado, pero a la vez más gráfico, es el de la mariposa, la cual pasa de ser un gusano a una hermosísima criatura que nos deslumbra.
¿Y qué hay de nosotros? Bueno, también cambiamos. Nos adaptamos a nuestro medio y todas esas cosas que nos enseñan los libros de biología. Pero hay cambios que en realidad no determinan nuestra supervivencia tanto como la adaptación, aunque sí nos diferencia de los animales que también lo hacen. Vivimos cambios a nivel de nuestra personalidad, de nuestro conocimiento, de nuestro círculo social... Y estos no siempre se dan porque nosotros los provoquemos. Otras veces nosotros nos resistimos a cualquier tipo de cambio porque no nos interesa, o porque nos da miedo, o por comodidad...
Ahora bien, ¿existe un punto medio? Si partimos del precepto tan popular de "todos los extremos son malos", no es saludable no cambiar nunca, tanto como no lo es estar en perpetuo cambio.
Pero, a la vez, son actitudes que se ven diariamente en la gente. Gente que se niega a intentar mejorar, a perseguir algo mejor. Y por el otro lado, gente que nunca termina de estabilizarse, a la que nunca terminamos de conocer. Y, ¿verdad que cualquiera de estas son insoportables?
Siempre hablamos del equilibrio, pero el equilibrio es algo muy subjetivo. Quizás lo que para mí representa no sea aplicable a otros y está perfecto, porque sería terrible vivir en un mundo donde todos fuéramos exactamente iguales. No es mi intención dar un sermón acerca de cómo encontrar el equilibrio, simplemente considero que es necesario que todos abramos los ojos y nos demos un tiempo para buscarlo.
No siempre podremos evitar que los amigos se alejen de nuestro lado, pero tratemos de que si lo hacen, no sea porque nosotros los empujamos.
No siempre es posible tener todo lo que se quiere, pero sí se puede valorar todo lo que sí se tiene.
No siempre se pueden lograr todos los sueños que uno tenía cuando era pequeño -yo, por ejemplo, quería ser astronauta-, pero sí es fundamental no perder la ambición (la ambición sana de superarse, claro está).
No siempre se pueden mantener sanas y salvas las relaciones en la familia, pero siempre se puede dar algo de uno mismo para que no empeoren y estén lo mejor posible. Al fin y al cabo, son y serán siempre nuestra familia, y aunque sea la que nos toque, está en nosotros elegirla cada día.
No siempre se va a dar con la pareja perfecta, pero eso es cosa de dos, y a veces el cambio empieza por uno.
No siempre la realidad será como la soñábamos, pero nadie dice que nos tenemos que conformar con ella.
Y finalmente... no siempre será fácil el camino a la felicidad. Pero el único obstáculo en él es uno mismo. Que nada te detenga, solo sigue corriendo.