¿Nunca han sentido el desesperante deseo de no estar? Como de caer en un coma, y que al despertar, todo sea diferente...
Lamento no poder ser una fuente de ánimo en estos días. También tengo que cargar con mi culpa.
La desconfianza de mi novio, que a las dos de la madrugada llegó en un patrullero para llevarme al médico.
La vuelta a la dependencia, porque ya no puedo dosificar mis propios medicamentos.
El saber que atenté contra lo más valioso y que aun así hay gente que me quiere. Y que, todavía así, tenga que seguir luchando con ese pensamiento que me dice que volvería a hacerlo. Tengo miedo.
Extraño muchísimo a mis alumnos, extraño trabajar. Siento que les fallé porque al final no salimos adelante juntos como les prometí. Pero en cuanto esté, así sea una semana la que nos quede, que así sea, trabajaremos juntos.
He ido dos veces al cementerio en toda esta debacle. No por tomarme atribuciones que no me corresponden: la primera, para convencerme. La segunda... me tiré al suelo y pensé cómo sería reposar allí, en ese silencio de la muerte. Pero, ¿para qué? Yo sé que si me quedé de este lado, si no me tocó, tengo que hacerlo valer. No es la salida. ¿Qué hubiera pasado con mis padres, mi novio, mis hermanas, mis abuelos? Siempre creí que podrían seguir normalmente su vida y ahora sé que no. Ni mis amigos. Cuando se lo conté a una amiga que vive lejos, su reacción fue decirme que me fuera para allá. No sermones ni regaños. Soluciones.
No estoy orgullosa de lo que hice y sé que tengo que luchar contra esas ideas. No voy a detallar el porqué ni nada, pero sueño que, buscando salidas en internet como yo lo hice, quizás alguien dé con esto y lo piense dos veces. No fui cobarde por no terminar con todo; lo fui por querer terminar con todo. Hay otras salidas; no son tan fáciles; no obstante, a la larga, uno mira hacia atrás y piensa: "mirá de lo que me hubiera perdido si..."